Orígenes Ancestrales de los Antibióticos

                              

Deconstruyendo la microbiología mordisco a mordisco


Orígenes Ancestrales de los Antibióticos

Todos deberíamos estar familiarizados con la historia de Alexander Fleming y el descubrimiento de la penicilina. Un hallazgo histórico muy casual, este antibiótico moderno se aisló puramente por casualidad cuando Fleming observó que sus colonias de estafilococos morían cuando se encontraban cerca de colonias de un moho contaminante en sus placas. El descubrimiento de Fleming lanzó el mundo a la edad de oro de los antibióticos: la medicina estaba en un momento de descubrimientos sin precedentes. Pero, ¿qué pasaría si te dijera que éste no fue el verdadero comienzo de la historia de los antibióticos?

En realidad, los orígenes de los antibióticos comunes se remontan mucho más allá del siglo XX. Mientras la humanidad no había inventado aún las herramientas para el aislamiento, caracterización y producción en masa de los antibióticos modernos, la sociedad estaba desarrollando estrategias de tratamiento para infecciones comunes. En 1665 la gente no necesitaba la descripción de Robert Hooke de un microorganismo para saber cuándo otros estaban enfermos; suponer lo contrario es un producto reduccionista de la medicina occidental. 

El registro escrito más antiguo sobre el uso de un moho para tratar infecciones es el Papiro de Ebers, datado en el 1.550 antes de Cristo (a.C.). El Papiro de Ebers era una compilación de todos los tratamientos medicinales conocidos por los antiguos Egipcios, con formulaciones y remedios populares para curar toda una serie de dolencias. En el caso de infecciones (cutáneas) se aplicaba directamente en las heridas pan mohoso. Ahora sabemos (en parte gracias a Alexander Fleming) que ciertos mohos segregan compuestos antimicrobianos, pero incluso sin este conocimiento, en 1550 a.C., la gente seguía encontrando formas de superar infecciones.

Timeline depicting the use of a few, key natural remedies for bacterial infections, including penicillin as a reference.
Línea temporal describiendo el uso de unos pocos remedios naturales clave contra infecciones bacterianas, incluyendo la penicilina como referencia. Los antiguos egipcios usaban miel para tratar infecciones (2600-2200 a.C.). El Papiro de Ebers (1550 a.C.) describe el uso de pan mohoso. Las epopeyas de Homero (800 a.C.) detallan 63 especies de plantas medicinales, mientras que poco más tarde los trabajos de Hippocrates (459-370 a.C.) describen 300 plantas de uso medicinal. El ungüento de Bald (1.000 d.C.) es descrito como una mezcla de ingredientes con propiedades antimicrobianas. En la actualidad, el aceite del árbol del Té, se usa como antimicrobiano tópico.

Además de este Papiro, a lo largo de los siglos se han destacado una gran variedad de mohos, ungüentos (o pastas) y extractos con actividad antimicrobiana, como se puede ver en la figura anterior. En Asia Central, una pasta (o ungüento) a base de manzana y cebada masticadas, se dejaba enmohecer, y posteriormente se aplicaba en la superficie de heridas infectadas. Como prueba del uso de antimicrobianos, huesos humanos recuperados en la Nubia Sudanesa, datados en el 550 al 350 a.C., contenían trazas de tetraciclinas, una de las clases de antibióticos modernos. Incluso en el siglo XX se siguen utilizando remedios caseros como tratamientos. Por ejemplo, el aceite del árbol del Té se lleva utilizando en Australia desde hace unos 100 años por sus propiedades antiinflamatorias, y recientemente ha ganado popularidad en las rutinas de cuidado de la piel.

La mayor parte de criticas contra estos remedios antiguos y/o caseros contra las infecciones bacterianas, radica en la cantidad de la molécula activa del antibiótico presente, indicando que es demasiado baja para ser efectiva. Sin embargo, la extensión del uso y conocimiento de estos mohos y plantas medicinales sugieren lo contrario. Incluso cantidades traza de las moléculas antimicrobianas activas pueden marcar la diferencia cuando se trata de infecciones bacterianas.

¿Qué será lo próximo? Para combatir la creciente crisis mundial de resistencia antimicrobiana, necesitaremos nuevos antibióticos. De cara al futuro, quizás necesitemos re-evaluar el pasado. Un magnifico ejemplo de esto deriva de un equipo de investigadores interdisciplinares del Reino Unido y un manuscrito medieval. El remedio de un milenio de antigüedad, denominado ungüento ocular de Bald o colirio de Bald, estaba compuesto de una mezcla de cebolla, ajo, vino y sales biliares — se ha demostrado que cada uno de estos ingredientes poseen actividad antimicrobiana, pero al combinarlos se conseguía una eficacia antimicrobiana total. El conocimiento empírico necesario para identificar cada componente del remedio ha implicado el uso del método científico, precediendo a los escritos de Francis Bacon de mitad del siglo XVII (método baconiano). Cuando los investigadores de Reino Unido reconstruyeron el colirio de Bald, incluso las cepas de Staphylococcus aureus resistentes a meticilina (MRSA) murieron, demostrando su valor actual.

A section of the written recipe for Bald's eyesalve from Bald's Leechbook. The text reads in English as follows: “Make an eyesalve against a wen: take equal amounts of cropleac [an Allium species] and garlic, pound well together, take equal amounts of cropleac [an Allium species] and garlic, pound well together, take equal amounts of wine and oxgall, mix with the alliums, put this in a brass vessel, let [the mixture] stand for nine nights in the brass vessel, wring through a cloth and clarify well, put in a horn and at night apply to the eye with a feather; the best medicine.” The image and its translation were found here.
Imagen de una sección de la receta escrita del ungüento ocular de Bald, procedente del libro de remedios de Bald. El texto cita en inglés antiguo: “Make an eyesalve against a wen: take equal amounts of cropleac [an Allium species] and garlic, pound well together, take equal amounts of wine and oxgall, mix with the alliums, put this in a brass vessel, let [the mixture] stand for nine nights in the brass vessel, wring through a cloth and clarify well, put in a horn and at night apply to the eye with a feather; the best medicine.” Cuya traducción sería: “Prepara un ungüento contra orzuelos/heridas: toma cantidades iguales de aillo [una especie de Allium, podrían ser ajetes o ajos silvestres] y cebolla, machácalos bien juntos, toma cantidades iguales de vino y hiel de buey, y mézclalos con los alliums [ajo y cebolla], pasa los ingredientes mezclados en un recipiente de latón, deja reposar [la mezcla] en un recipiente de latón durante nueve noches, escurre la mezcla con un paño y acláralo bien, guarda la pasta en un cuerno, y por la noche aplícalo en el ojo con una pluma; la mejor medicina”. La imagen y su transcripción (al inglés casi moderno) se pueden encontrar aquí.

Recurrir a textos antiguos como fuente de antibióticos modernos, podría ser la inspiración que los científicos necesitan para combatir las infecciones actuales. Hemos infravalorado el conocimiento de los ‘curanderos pre-modernos’, a los que se les debe el crédito merecido. De hecho, los actuales esfuerzos por descubrir nuevas moléculas se basan en la apropiación de la bioquímica desarrollada por hongos y bacterias, sin pensárselo dos veces. Entonces, ¿por qué es tan difícil de aceptar la idea de que nuestros antepasados humanos (a menudo de razas no caucásicas) desarrollaron meticulosamente productos y recetas con actividad antimicrobiana probada?.

 Recursos adicionales:

Para leer más sobre tratamientos basados en plantas medicinales, aprieta aquí.

Para leer más sobre la contribución de los antiguos Egipcios, aprieta aquí.

Para leer el artículo de las noticias de CNN sobre el ungüento de Bald, aprieta aquí.


Imagen destacada: Hongos productores de antibiótico glicopéptido de EurekAlert—Science News Releases

Traducido por: Beatriz Sabater-Munoz (I2SysBio-CSIC)

Editado por: Fiama Guevara